El Banco de España rebaja cuatro décimas la previsión de PIB para este año, colocándolo al 2% frente al 2,4% de la revisión de junio.

El pasado martes 24 de septiembre, el Banco de España presentaba en Madrid sus nuevas proyecciones macro, en las que se recoge una bajada de cuatro décimas en la previsión de PIB para 2019. Este recorte lo atribuye la institución a dos factores fundamentales: la revisión a la baja efectuada por el INE (Instituto Nacional de Estadística) en los datos de PIB hasta junio, que reflejan un alza en tasa anual del 2,1%, lo que ha llevado al Banco de España a rebajar en dos décimas sus propias estimaciones. Y la información negativa acumulada recibida desde las previsiones de junio se corresponderían con las otras dos décimas restantes.

A esto hay que sumar una estimación de crecimiento para el tercer trimestre del 0,4%, frene al 0,5% del segundo trimestre. Aunque este un dato provisional a la espera del informe del INE, por lo que es susceptible de revisión a la baja.

Una tendencia que seguirá en 2020

Las previsiones del PIB que arroja el Banco de España para 2020 también refuerzan la idea de ese frenazo en el crecimiento económico del país, rebajándolas al 1,7%, lo que supone dos décimas menos, y al 1,6% de cara a 2021, restando una décima más.

Este frenazo del crecimiento se produce en un entorno de creciente incertidumbre nacional, con las nuevas elecciones de noviembre, y global, con las tensiones comerciales y geopolíticas como eje central, especialmente entre EE.UU. Y China, pero sin olvidar a Irán. A lo que se suma la inestabilidad que provoca la amenaza de un Brexit duro, al que el Reino Unido y la Unión Europea parecen cada vez más abocados.

Estas estimaciones del PIB presentadas por el Banco de España están dos décimas por debajo de las estimaciones del Gobierno, que las coloca en el 2,2%, cuyo discurso al respecto ha ido cambiando en las últimas semanas; si en verano hablaban de una revisión al alza de los objetivos, ahora parece que se inclinen a reconocer en su discurso un ajuste a la baja en sus expectativas de crecimiento para este año.

La incertidumbre política no ayuda

El hecho de que España se encuentre en un escenario de incertidumbre política no ayuda a mejorar las perspectivas de crecimiento, sobre todo porque no se puede prever el curso de las futuras políticas de económicas, que dependerán del color y signo del Ejecutivo que se forme tras elecciones después del próximo 10 de noviembre. Esta situación afecta también al consumo y la inversión, tal y como ha advertido Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España, que además ha señalado que “la convocatoria de nuevas elecciones prácticamente imposibilita que este año se apruebe un Presupuesto” o se adopten las medidas que necesita la economía para combatir el enfriamiento.

Todos estos factores han provocado la pérdida de impulso en la demanda interna, con empresas y familias que invierten y gastan menos de lo previsto hace unos meses. Aunque el Banco de España considera que la demanda nacional seguirá siendo el principal motor de la economía española, aunque, tal y como prevén, con menores aportaciones de las que se pudieron registrar en meses anteriores.

La creación de empleo también se frena

En esta coyuntura de enfriamiento económico, el empleo también se ve afectado, el Banco de España prevé que la creación de empleo también se ralentizará hasta el 1,8% en 2019, lo que supone dos décimas menos que en las proyecciones de junio. Una tendencia a la baja que se mantendrá en 2020 y 2021, con tasas del 1,3% y 1,5% respectivamente, frente al 2,5% que se registró en 2018. Aun así, para 2021 se prevé que la tasa de paro se reduzca hasta el 12,8%.

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