El pasado 2 de junio, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundía su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, en el que plantea los retos a los que se enfrentará el mercado laboral tras la pandemia de Covid-19. Las perspectivas no son todo lo positivas que cabría esperar.

La OIT advierte en su informe anual que «hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral», puesto que las tasas de trabajadores pobres han vuelto a los índices de 2015. Además, quienes más han sufrido la pérdida de empleo han sido las mujeres, a la vez que han visto aumentar las horas que dedican a los trabajos no remunerados.

La OIT avisa que 2022 no será el año de la recuperación del empleo perdido durante la pandemia de Covid-19 en el mundo

Nadie ponía en duda que el paso del Covid-19 iba a dejar consecuencias nefastas para la economía mundial y en particular para millones de personas en el mundo que o bien han visto reducidas sus horas de trabajo o directamente han perdido su empleo. Pero, además, la crisis provocada por la pandemia ha agravado la desigualdad en todos sus ámbitos: entre los países pobres y ricos, entre los trabajadores de un mismo sector o entorno y entre las mujeres y hombres.

Y la OIT prevé que hasta 2023 no se empezarán a compensar las pérdidas provocadas por la pandemia en el mercado de trabajo.

En 2022 aún se hablará de pérdida de empleo a nivel mundial

Como hemos dicho, la OIT recoge en su informe que el próximo año todavía seguirá existiendo un «déficit de puestos de trabajo» consecuencia de la pandemia en todo el mundo. Si bien, la OIT incluye tanto los empleos destruidos como los que no se han creado debido a la pandemia, pero que sí estaban previstos que se generasen antes de la llegada del Covid-19.

De acuerdo al informe de la OIT, en 2020 se habría producido un déficit de 144 millones de puestos de trabajo; para este cálculo se han tenido en cuenta la reducción de 114 millones de trabajadores respecto a 2019 y los 30 millones de puestos de trabajo que finalmente no se han creado, pero que es estimaba que se generaría a nivel global.

En 2021, esa pérdida de puestos de trabajo se sitúa en 75 millones de trabajadores y para 2022 el déficit aún será de 23 millones. En 2022 ya no se destruirán empleos debido a la pandemia, pero la creación de nuevos puestos de trabajo seguirá lastrada por sus consecuencias.

La OIT calcula que para 2022 el número de personas sin empleo en el mundo estará en torno a los 205 millones, una cifra muy superior a los 187 millones de 2019

Se agrava la desigualdad

Como decíamos al comienzo de este artículo, una de las consecuencias de la pandemia es el aumento de la desigualdad, que vuelve a cifras pasadas, tanto entre países ricos y pobres, como dentro de los propios países.

Un acceso a las vacunas desigual acentúa aún más los problemas de los países pobres. Además, los llamados «trabajadores informales» han quedado desprotegidos en muchos lugares, puesto que no tienen acceso en muchos casos a las medidas de protección social que los gobiernos han adoptado para paliar los efectos de la crisis.

Además, también ha aumentado la cantidad de trabajadores pobres o sumamente pobres (aquellos cuyos hogares viven con 3,20 dólares por persona al día), sumando un total de 700 millones de trabajadores en pobreza extrema o moderada, 108 millones más que en 2019.

Los países más ricos han podido tomar más medidas para compensar la pérdida o la reducción del empleo y los ingresos de los trabajadores, pero aun así, la OIT insiste, «Hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral, ya que esta ha alcanzado tasas equivalentes a las de 2015».

Las mujeres, más afectadas por la crisis

Otro de los retos que nos deja la pandemia de Covid-19 es el retroceso en la reducción de la brecha de género en el ámbito laboral, puesto que las mujeres se han visto mucho más afectadas por la crisis que los hombres. La cantidad de mujeres que salieron del mercado laboral y pasaron a la inactividad es mayor que en los hombres.

La OIT llama la atención sobre que «El aumento de las responsabilidades domésticas derivadas del confinamiento por la crisis ha planteado el riesgo de un ‘retorno a lo convencional’ con respecto a los roles de género».

De manera que las mujeres, que ya soportaban en muchos casos una mayor carga de trabajo no remunerado, con la crisis del Covid-19 han visto aumentar esta carga. Esto se ha debido, principalmente, al cierre de colegios y escuelas infantiles durante lo más duro de la pandemia, pero también por la mayor práctica del teletrabajo, que en diferentes casos ha llevado a las mujeres a reducir su jornada laboral para poder dedicar tiempo al cuidado de los niños.

De no revertirse esta tendencia regresiva, se podrían poner en riesgo todos los avances conseguidos en lo que a igualdad de género en el ámbito laboral se refiere. Tal y como la OIT señala, «Los retrocesos en la igualdad de género son especialmente preocupantes en aquellas regiones donde las brechas de género ya eran muy acusadas antes de la crisis».

La OIT propone

Para poder hacer frente a los retos de la desigualdad que nos deja la pandemia, la OIT propone una recuperación estructurada en torno a cuatro principios:

  • Promover el crecimiento económico de base amplia y la creación de empleo productivo
  • Ayudar en los ingresos de los hogares y en la transición en el mercado de trabajo
  • Promover un crecimiento y un desarrollo económico inclusivos, sostenibles y resilientes
  • Recurrir al diálogo para crear estrategias de recuperación cuyo eje central sean las personas
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