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¿Qué productos financieros aportan mayor rentabilidad y tienen menor riesgo?

Cada vez son más las personas que, teniendo una cierta cantidad de dinero ahorrada o ganada a través de la venta de una propiedad, consideran invertir dichos ahorros para obtener algún tipo de rentabilidad. Si bien es cierto que el mundo de las inversiones requiere cierto conocimiento y un buen asesoramiento, también lo es que puede suponer una fuente de ingresos extra, especialmente cuando se alcanza la edad de jubilación y se necesita completar la pensión que se recibe del Estado.

Pero ¿qué productos financieros ofrecen una mayor rentabilidad y entrañan menores riesgos?

¿Qué son los productos financieros?

Los productos financieros son instrumentos emitidos, normalmente, por bancos, entidades financieras, aseguradoras o corredores de bolsa, entre otros, que ayudan a ahorrar e invertir el dinero de diferentes formas y con diferentes niveles de riesgo. Los inversores son quienes deben decidir qué nivel de riesgo están dispuestos a asumir, puesto que a mayor nivel de riesgo, mayor rendimiento.

Los productos financieros se clasifican en función del tipo o clase de activo, su volatilidad, riesgo y rendimiento. Así, tenemos productos financieros de inversión (como son las acciones o los planes de pensiones), productos financieros de ahorro (por ejemplo, cuentas de ahorro o depósitos) o productos financieros de financiación (como por ejemplo, las hipotecas).

¿En qué producto financiero invertir?

Esta es la pregunta que muchos ahorradores se hacen, porque cuando se tiene ahorrada una cierta cantidad de dinero o se obtiene un ingreso elevado, como al vender una vivienda u otro tipo de propiedad, dejar el dinero aparcado en una cuenta corriente supone no obtener ninguna clase de rentabilidad y dejarlo expuesto a la inflación, ya que con la subida del coste de la vida, iremos perdiendo poder adquisitivo.

Por ese motivo, cada día son más las personas que deciden invertir sus ahorros en alguna clase de producto financiero con el que puede obtener un rendimiento de los mismos.

Como hemos dicho, en el mercado existen diferentes tipos de productos financieros, algunos de los cuales entrañan más riesgos que otros y, por lo tanto, es necesario conocer estos riesgos, lo que implica contar con un buen asesoramiento financiero (especialmente si nuestros conocimientos son limitados) y tener claro cuestiones cómo cuánto dinero queremos invertir, qué tipo de aportación queremos hacer, plazos y posibilidad de rescate de la inversión y el propósito para el que hacemos la inversión.

Entre esos productos financieros en los que los inversores pueden depositar sus ahorros y obtener un rendimiento a cambio, encontramos depósitos combinados, fondos de inversión, plan de pensiones, inversión en renta variable, cuentas remuneradas, fondos indexados o depósitos bancarios, por citar algunos de los más conocidos.

Todos ellos entrañan una serie de riesgos y tienen diferentes niveles de rentabilidad, algunos, como los depósitos bancarios son productos más seguros y los más escogidos por inversores noveles o aquellos que no tienen prisa por obtener rendimientos. Otros, como las inversiones en renta variable (como puede ser la compra de las acciones de una empresa) entrañan más riesgos, pero también pueden suponer mayores rendimientos.

Por su parte los planes de pensiones son una forma de ahorro de cara al futuro, para asegurar que cuando llegue la jubilación, se tendrá un complemento extra a la pensión percibida del Estado. Sin embargo, hay otro tipo de producto en esta línea que cada vez atrae a más ahorradores, nos referimos a la renta vitalicia, que tienen ciertas diferencias y ventajas sobre los planes de pensiones.

Renta vitalicia, tranquilidad de cara a la jubilación

Podríamos decir que las rentas vitalicias son las rentas garantizadas tras la jubilación y estaríamos dando una definición sencilla, pero bastante acertada. Sencilla, porque las rentas vitalicias son productos financieros y, como tales, tienen sus complejidades, aunque su nivel de riesgo no es elevado, lo que lo convierte en un producto atractivo para cualquier tipo de ahorrador.

Características de las rentas vitalicias

Las rentas vitalicias son un producto financiero del sector asegurador y su principal característica es que garantizan el pago de cierta cantidad de dinero periódicamente, tras el pago de una prima previa o inicial.

El tomador (o titular) de esta póliza de ahorro hace una primera aportación de capital (prima inicial), que puede ser tanto periódica dentro de un periodo determinado de tiempo, como hacerse en una única vez. Cuando el tomador alcanza la edad acordada, empieza a recibir este capital en forma de renta; habitualmente de forma mensual, aunque se puede especificar otra periodicidad.

La renta vitalicia se calcula en base a la edad y la esperanza de vida del tomador, así como del capital inicial y las tasas de interés. Este cálculo ayuda a determinar la cantidad de dinero que recibirá el tomador cuando empiece a percibir las rentas. En el caso de vivir los años suficientes para recuperar toda la inversión, el tomador seguirá percibiendo la renta vitalicia, porque la aseguradora asume ese riesgo, sin importar cuantos años más se vivan.

Las rentas vitalicias se crearon con el objetivo de ser un complemento a la pensión de jubilación y se dividen en dos clases:

  • Rentas inmediatas, en las que el tomador comienza a cobrar en el mes siguiente al que hizo la aportación de capital. Suelen recomendarse a personas mayores de 60 años.
  • Rentas diferidas, en las que el tomador comienza a cobrar la renta según lo acordado en el contrato en una fecha futura, que normalmente coincidirá con la edad de jubilación. Esta opción se recomienda a personas con 50 años, estableciendo la fecha para empezar a cobrar a los 65 años.

Las rentas vitalicias se cobran hasta el fallecimiento del tomador o, en caso de que haya un segundo beneficiario, de este. Además, dependiendo del tipo de renta vitalicia contratada, es posible incluir herederos si al fallecimiento de los beneficiarios aún queda capital pendiente. Y aunque, si bien es cierto que este irá decreciendo con los años, permite planificar la herencia de una forma más eficiente.

Finalmente, las rentas vitalicias generan intereses, entre 1% y 1,5% anual (aunque estas cantidades pueden variar y ser superiores), lo que supone aumentar el valor del dinero invertido en ellas.

Tipos de rentas vitalicias

Podemos dividir las rentas vitalicias en tres tipos básicos:

  • Modalidad de capital cedido: Es la modalidad que permite percibir las rentas más altas, pero en contraposición no permite ningún tipo de rescate del capital invertido, ni recuperar la prima inicial en caso de fallecimiento del titular.
  • Modalidad de capital reservado: En esta modalidad las rentas percibidas son menores, pero a cambio permiten rescatar el capital, aunque cobrando el valor de mercado. Además, en caso de fallecimiento de los titulares, los beneficiarios incluidos en el seguro podrán cobrar la prima inicial.
  • Modalidad mixta: Esta modalidad es una combinación de las dos anteriores, de manera que se puede rescatar el capital invertido, al valor de mercado, pero en caso de fallecimiento de los titulares, los beneficiarios incluidos en el contrato solo recibirán un porcentaje de la prima inicial, que irá decreciendo con el paso de los años.

Hay que tener en cuenta que, dependiendo de la entidad aseguradora con la que se contrate la renta vitalicia, podremos encontrar diferentes productos con diferentes condiciones y niveles de rentabilidad (en función del tipo de carteras en las que se invierta el dinero), por lo que conviene estudiar cada producto y recurrir a asesoramiento profesional.

Ventajas de las rentas vitalicias

Las rentas vitalicias tienen una serie de ventajas frente a otros productos financieros; la primera de ellas es que es un producto seguro con un bajo nivel de riesgo, que además garantiza que el tomador o tomadores (es habitual que se permitan dos titulares) disfruten de una renta asegurada todos los meses, independientemente del tiempo que vivan o lo que pueda ocurrir. Es un ingreso que se recibirá hasta el fallecimiento del tomador o tomadores y, por lo tanto, no existe la preocupación de que el fondo se acabe (como sí ocurre con el plan de pensiones).

Otra de sus ventajas está en su fiscalidad. Por un lado, si al vender una propiedad, el dinero obtenido se invierte en una renta vitalicia dentro de los seis meses siguientes a la venta, la transacción queda exenta del pago del IRPF (para vendedores mayores de 65 años y con límite para la prima inicial de 240.000 euros).

Por otro lado, los ingresos de la renta vitalicia no tributan como renta del trabajo, sino como rendimiento del capital mobiliario, lo que significa que una reducción del porcentaje del impuesto a pagar en la declaración de la renta, que, además, se reduce con la edad, de manera que para personas mayores de 70 años, ese porcentaje se queda en el 8%.

Y, como ya mencionamos, las rentas vitalicias permiten planificar mejor la herencia, ya que se pueden incluir beneficiarios en el seguro que no tienen que coincidir necesariamente con los herederos obligados por la ley.

En definitiva, las rentas vitalicias son un tipo de producto financiero especialmente interesante para quienes están cerca de la edad de jubilación o ya se han jubilado y no solo quieren sacarle rentabilidad a sus ahorros, sino contar con un ingreso extra todos los meses con el que complementar su pensión de jubilación, un ingreso, además, que se percibirá hasta el fallecimiento del titular o titulares.

Helena Hernández

Periodista y escritora. Con vocación por la información on-line de calidad, desde el mundo de la cultura, pasando por temas jurídicos y el mundo de los negocios.

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