La pandemia de Covid-19 y la necesidad de confinar a la población para frenar los contagios en muchos de los países afectados ha traído como consecuencia algunos cambios en el ámbito laboral. Muchas empresas han tenido que recurrir al teletrabajo para mantener sus negocios funcionando y algunos trabajadores se han visto en la necesidad de adaptar su jornada laboral para poder hacerse cargo de los menores o personas a su cargo.
Pero según avanza la desescalada, cabe preguntarse si las medidas que se han adoptado durante estas semanas excepcionales, continuarán en el tiempo o incluso abrirán la puerta a la jornada laboral flexible o las semanas laborales de cuatro días.
Una semana laboral de cuatro días, la propuesta de la primera ministra de Nueva Zelanda para incentivar el turismo nacional y reactivar la economía
Desde nuestras antípodas nos llega una propuesta que tiene como objetivo incentivar el turismo local y así reactivar la economía tras los momentos más críticos provocados por la pandemia de Covid-19. En un directo a través de Facebook, Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, animaba a las empresas a reducir la semana laboral a cuatro días y adoptar otras medidas de trabajo flexible.
De esta manera, los ciudadanos neozelandeses contarían con un día libre más a la semana para poder realizar viajes interiores, promoviendo el turismo mientras las fronteras permanecen cerradas, y gracias al trabajo flexible, podrían llevar a cabo una mejor conciliación personal y profesional.
Cabe señalar que Nueva Zelanda no es nueva en esto de reducir la jornada semanal, puesto que en 2018, la empresa Perpetual Guardian llevó a cabo un experimento de dos semanas en las que solo se trabajaba cuatro días por semana (sin bajar el salario). El experimento en esta empresa fue un éxito y desde entonces tienen implementada esta semana laboral de cuatro días.
Sin duda, la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 y la necesidad de reducir los desplazamientos de la población, forzaron a muchas empresas a implementar rápidamente el teletrabajo. Aunque es posible que con la vuelta a la normalidad, muchos empleados regresen a sus oficinas en los próximos meses, también es posible que la implementación del teletrabajo se haya extendido un poco más y empezado a consolidarse
Una de las posibilidades que podemos ver de cara al futuro es que los empleados acudan cuatro días de la semana a la oficina y el quinto puedan hacerlo a distancia, desde el lugar que prefieran, siempre y cuando sea posible.
Pero el teletrabajo no debería limitarse a trasladar la oficina a casa, sino que debería permitir a su vez ajustar la jornada laboral a las necesidades del trabajador, de manera que este pueda adaptar mejor sus tiempos a su entorno. De esta manera, estaríamos ante una mejor forma de conciliar la vida profesional y la personal. A través de una racionalización de los horarios, se puede adoptar una jornada laboral flexible que no solo se limite a trabajar menos días, sino que, si así desea, el trabajador pueda repartir las horas de su jornada laboral a lo largo de toda la semana, incluidos fines de semana, para contar, a cambio, con más tiempo libre cada día.
En lo que a la semana laboral de cuatro días respecta, habría que analizar hasta qué punto es posible en la situación actual (y por sectores) que las empresas puedan hacer frente a mantener los mismos salarios, pero reduciendo en un día la semana laboral; hay que tener en cuenta que ahora mismo, reducir la jornada equivale a un reducción proporcional del salario.
En principio, esta reducción a cuatro días no debería implicar una reducción de la productividad (de hecho, en los experimentos llevados a cabo, en general la productividad se mantiene o incluso aumenta) y por lo tanto la empresa no estaría perdiendo dinero para justificar una reducción salarial por trabajar un día menos a la semana. Además, habría que ver si hablamos de semanas laborales de 32 horas o, por el contrario, de 36 o 38 horas.
En cuanto a la jornada flexible, es difícil de decir cómo irá evolucionando la situación y si iremos más allá de la flexibilidad en el horario de entrada y salida, hacia una distribución libre de las horas de la jornada laboral por parte del trabajador.
Además, ambos conceptos dependen mucho de empezar a entender el trabajo más en torno a la productividad que a las horas que los trabajadores pasen sentados en la silla. Veremos en los próximos meses si las relaciones laborales siguen evolucionando y cambiando tras la pandemia del Covid-19.
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